Por Iru Scolari Market Manager para Broadband Furukawa Electric LatAm
Para absorber la imparable expansión demográfica global, las Smart Cities se han erigido como la solución digital para desarrollar una planificación urbana eficiente y sostenible en el tiempo. Sin embargo, las ciudades inteligentes se construyen sobre redes, específicamente, sobre redes ópticas.
Conozcamos una historia de crecimiento desenfrenado. Hacia el año mil de nuestra era, se estima que la tierra estaba habitaba por alrededor de 300 millones de personas. Poco más que triplicar esa cifra tomó 800 años, ya que para 1800, una década después de la Revolución Francesa, la población mundial se acercaba rápidamente a los mil millones de habitantes.
Después, en tan solo 150 años, esa cifra más que se duplicó, alcanzando la humanidad 2 mil 600 millones de habitantes en 1950. Ahora bien, para 2050, la Organización de Naciones Unidas proyecta que la población mundial alcanzará los 9 mil 700 millones de habitantes[1].
Pues bien, si en una época tardó 800 años triplicar la población mundial, el acelerado ritmo del crecimiento demográfico actual llevará a la humanidad a triplicarse nuevamente, pero ahora solo en 1 siglo.
Además de esta explosión demográfica, hay que considerar que la mitad de la población mundial actual vive en ciudades, pero éstas tan solo ocupan el 3% de la tierra habitable[2].
Esta progresión de cifras plantea una de las principales problemáticas sociales actuales: la sobrepoblación de las ciudades, lo que deriva en hacinamiento, alta congestión, deficiente planificación urbana; y en definitiva, el deterioro de la calidad de vida de sus habitantes.
Para intentar resolver la situación, la era digital nos ha proporcionado las herramientas para diseñar, planificar y construir ciudades inteligentes. Las Smart Cities se han posicionado como la solución para mitigar las externalidades negativas que surgen de la inorgánica expansión urbana.
Según el McKinsey Global Institute, las soluciones digitales podrían mejorar los indicadores de calidad de vida en una ciudad hasta en un 30%[3]. Tecnologías como la Inteligencia Artificial, la Robotización, el Internet de las cosas (IoT), el Big Data y la Virtualización ya están planteando avances en materia de desarrollo y convivencia urbana que simplemente ofrecen una nueva forma de vivir.
Adicionalmente, no podemos hablar de ciudades inteligentes sin considerar la movilidad: hacer casi todo lo que queremos o necesitamos mientras estamos en movimiento. Para ello, la conectividad a la red con el uso de smartphones se ha vuelto imprescindible.
En 2021, la cantidad de usuarios únicos de Internet Móvil superó los 4 mil 300 millones (más del 50% de la población mundial). Y más del 90% de los usuarios de Internet utiliza un teléfono celular para conectarse[4].
No es sorpresa que este número va a seguir creciendo y siendo potenciado cada vez más con los despliegues de las redes 5G, que prometen conexiones móviles mucho más rápidas que las actuales, sin hablar de la habilitación que trae a nivel de cobertura y posibilidad de conexión de tantos otros tipos de dispositivos, aplicaciones y servicios.
Teniendo esto en vista, hoy es posible, ya no solo imaginar una ciudad inteligente, sino que experimentar la interacción con vehículos inteligentes, edificios inteligentes y hasta autopistas inteligentes, todo al alcance de la mano.
Pero, para hacer realidad esta revolución digital, se debe contar con una red de telecomunicaciones e infraestructura digital robusta, de alta capacidad, segura y confiable. De lo contrario, de no existir una red moderna, las Smart Cities son solo parte de la fantasía.
Aunque muchas aplicaciones puedan volverse inalámbricas, la ultra alta capacidad de ancho de banda demandada para que las ciudades evolucionen y se desarrollen tecnológicamente, pasa sin ninguna sombra de dudas por el despliegue de una infraestructura óptica robusta para soportar lo que se espera de una ciudad inteligente.
La productividad de las empresas necesita ser la más eficiente posible. Los desplazamientos de las personas deben ser cada vez más seguros y dentro de tiempos adecuados. La brecha digital tiene que ser cada vez más baja. Los niveles de sostenibilidad ambiental y la calidad de vida de las personas requieren ser los más altos que se puedan alcanzar.
Las Smart Cities pueden ser entendidas como la solución a la explosión demográfica, una vez que abarcan desde su concepto entregar respuestas (entre muchas otras más) al crecimiento desorganizado de la población y a la brecha digital.
La opticalización de la infraestructura digital se transforma en un factor determinante, a la vez que en la actualidad las redes ópticas han demostrado ser una tecnología comprobadamente capaz de soportar y satisfacer la demanda generada por el exigente y dinámico ecosistema de una Smart City.
Hoy es posible ver a los centros de datos cada vez más conectados con tecnologías ópticas, municipalidades desplegando Fibra Óptica para enlazar cámaras de seguridad brindando a sus ciudadanos la posibilidad de ver a través de sus celulares el movimiento del barrio donde vive; escuelas, hoteles, industrias, gobierno y empresas llevando Fibra Óptica cada vez más cerca a los usuarios y brindando conexión de alta calidad y velocidad; ciudades enteras sentando bases en redes ópticas para soportar las tecnologías y aplicaciones que se están demandando.
Por lo tanto, las ciudades que podrán realizar la evolución de urbes tradicionales a Smart Cities, serán aquellas que tengan desplegadas robustas redes ópticas capaces de satisfacer la demanda de conectividad digital necesaria para soportar lo que significa una ciudad inteligente.
Dentro de una perspectiva global, sea de corto, mediano y de largo plazo, la vida urbana está y estará sostenida en pilares ópticos.
Es necesario reconocer la importancia de la infraestructura óptica como solución a las exigencias del mundo hiperconectado e inteligente, mejorando la seguridad y la calidad de vida de las personas.
Para ello, debemos contar con mayor ancho de banda, más velocidad, una infraestructura de conectividad que sea de despliegue y mantenimiento simples; y que disminuya la latencia, es decir, crear verdaderas autopistas digitales, aumentando la cobertura y calidad de conexión para las más diversas aplicaciones.